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Más allá de los cinco sentidos

Ander Cuesta|Fisioterapeuta con discapacidad visual

Cuando Ander tenía dos años le diagnosticaron un glaucoma congénito, una enfermedad del nervio óptico que, en el caso de no tratarse, puede desembocar en ceguera. Afortunadamente, pudieron detener el proceso y conseguir que tuviera un rastro de visión. Ahora, veinte años después, Ander lleva una vida completamente normal y es fisioterapeuta.

El día a día de un discapacitado visual puede parecer extremadamente complicado para una persona que tiene sus facultades intactas, y de hecho antes lo era: la sociedad no estaba lo suficientemente concienciada con este problema que padecen 979.200 personas en España. Sin embargo, hace 76 años nació la ONCE con el fin de prestar servicios sociales y dotar de mayor autonomía a las personas necesitadas, y desde su fundación se está avanzando a pasos agigantados hacia una sociedad más justa e igualitaria.

Ana María Dávila, jefa del Departamento de Servicios Sociales de la ONCE en Euskadi, explica que lo más complicado es la inserción en el mundo laboral: "También tratamos de meterles en el mundo laboral. Al margen de la venta de cupón, tenemos también una bolsa de empleo para afiliados, y una escuela de fisioterapia en Madrid".

Para la ONCE lo más complicado es la inserción laboral"

La escuela, creada hace ya 29 años, "está destinada a que deficientes visuales afiliados a la ONCE cursen el Grado en Fisioterapia, y a realizar apoyos que nece-

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siten los alumnos afiliados que cursen estos estudios en otras universidades", aclara Rosario Sánchez- Rubio, representante del centro.

Ander Cuesta es una de las personas que decidió estudiar fisioterapia al terminar el bachiller: "Tuve suerte porque siempre quise dedicarme a ello, muchos de mis compañeros de clase decidieron estudiarlo solo por la oportunidad que les brindaba la ONCE". Actualmente tiene una clínica en Santurtzi con su nombre donde ejerce como profesional y ofrece desde tratamientos de rehabilitación hasta Pilates.

Cuesta tiene las aficiones de cualquier chico de su edad: le gusta el monte, le apasionan el cine y las series y, cómo no, salir de fiesta con sus amigos. "A veces causa extrañeza el comprobar que me manejo sin problema en mi trabajo y en mi vida cotidiana", cuenta.

Fuente: todossomosuno

A muchos les extraña

No creo que mi día a día sea diferente al de los demás"

Nada más lejos de la realidad. En ocasiones los clientes se han sentido reacios a ser atendidos por alguien con problemas de visión: "incluso me llegaron a decir que era algo que tendría que aclarar en la página del centro", relata el fisioterapeuta con una sonrisa irónica.

"No creo que mi día a día sea esencialmente diferente al de los demás. Si tengo algún problema lo suplo con otras capacidades", continúa Cuesta. Y es que no es una

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persona que se conforme con llevar una vida normal y seguir una rutina como cualquier otro trabajador más: su pasión por la profesión que ejerce le ha llevado a cursar dos especializaciones; en osteopatía y acupuntura, y continuar con su formación con un curso de inducción miofascial, un tratamiento muy poco practicado en Euskadi que se centra en la conexión de los músculos y vísceras del cuerpo humano.

Algo que no hubiera sido posible sin el apoyo de los trabajadores de la ONCE que le ayudaron desde su infancia: "me han ayudado durante la escolarización, me adaptaban los materiales para el estudio y me proporcionaban las herramientas adecuadas".

Y es que, desde su creación, la ONCE ha dado fuerzas y esperanzas a personas que en muchos casos se habían dado por vencidas. Una organización que no tiene ningún tipo de ayuda por parte del Estado y que tampoco la consideran necesaria, como dice Ana María Dávila: "Al final nosotros somos autosuficientes, no queremos otro modelo de subvención porque lo podemos conseguir por nosotros mismos".

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