Arquitectura de exclusión
Desde los años ochenta, la ciudad de Bilbao ha optado por remodelarse y pasar de ser una ciudad industrial a una ciudad urbanita y moderna. Entre los proyectos que esto conlleva, los principales son la construcción de nuevos edificios y renovación de los antiguos, y la peatonalización del mayor número de calles posibles. Hace tiempo que pasear por Bilbao es una maravilla para gran parte de la población. Pero no para toda.
El Metro bilbaíno tampoco es una de las mejores soluciones para su movilidad: cuando se inauguró era uno de los más adaptados de Europa, pero ya hace veinte años, y lo que antes era innovación ahora está avejentado. "Muchos ascensores se averían muy rápidamente - explica - y además no están en todas las salidas. Si quieres ir hacia la otra, o bien te quedas sin viaje o vas mentalizado de acabar agotado".
"Las zonas peatonales se tienen como un adelanto, pero no lo son para todo el mundo" explica Marta Manzanares, discapacitada física y trabajadora social en la asociación IGON. Y es que para una persona con problemas de movilidad, todo lo que facilite la llegada a su destino es poco: para muchos andar más de diez minutos seguidos se convierte en un suplicio.
Marta nació con una enfermedad degenerativa en las piernas que le impide moverse con normalidad. "Muchas personas me preguntan: '¿y por qué no vas en silla de ruedas directamente?' y eso es lo último que quiero hacer. Mientras pueda moverme por mí misma, aunque tarde el triple de lo normal, lo hare". Pero las calles tienden a ser cada vez más largas, y el cansancio hace mella muy rápidamente en Marta.
Silla de ruedas en casa, imposible
Ella prefiere acercarse en coche a su destino y andar por sí misma el tiempo que le sea posible, dejándose la silla de ruedas olvidada en casa. Algo que, para ir a determinados lugares, hace tiempo que ya no es posible: "El Casco Viejo ya ni lo piso, porque solo pueden entrar en coche los residentes con tarjeta. A la calle Villarias, que está justo al lado de mi trabajo, ya hace dos años que tampoco puedo entrar".
Por no hablar de los autobuses: "Algo tan simple como una rampa es vital para nosotros, y en más de la mitad de los autobuses no funcionan" añade la trabajadora social. "Así no se puede llevar una vida normal", remarca, derrotada.
A simple vista parece que la única solución que se encuentra es la paralización de las innovaciones arquitectónicas si no son adaptables o dificultan la movilidad de discapacitados; pero la salida no es tan extremista: algo tan simple como permitir el acceso a esas zonas con sus automóviles - adecuadamente acreditados - por parte del Ayuntamiento, traería consigo una importante mejora en la calidad de vida de éstas personas. Porque, como dice Marta, "todo el mundo no es todo el mundo, ni tiene las mismas condiciones".
Audio de Marta Manzanares sobre las barreras arquitectónicas.

La calle Villarias, cerca del muelle de Ripa, es la última calle peatonalizada en Bilbao.

La ertzaintza está continuamente controlando el tráfico tanto de coches como de motos.

Los ascensores del metro se averían con frecuencia.

La calle Villarias, cerca del muelle de Ripa, es la última calle peatonalizada en Bilbao.